Se acerca el invierno
Hace
siglos, mucho antes de la industrialización, a las personas les daba
tiempo a hacer más tareas a lo largo de un mismo día. Al dominar la
rutina y sus ritmos, la gente llegaba a dominar su trabajo y se
tranquilizaba a la vez. Ellos mismos cosían la ropa rota y la lavaban o
incluso tejían trajes nuevos, hacían el pan, daban de comer a los
animales e iban a trabajar al campo, comían y cenaban sin prisas todos
juntos a la vez alrededor de una misma mesa y aún les sobraba tiempo
para descansar y para contar cuentos o historias a los pequeños del
hogar.
Hoy
en día, aunque hemos evolucionado tecnológicamente, no somos capaces de
controlar nuestros ritmos y nos falta tiempo para todo, llegando
incluso a robar horas de nuestro descanso acostándonos tarde.
Actualmente
se muestran enfermedades mentales como el estrés, la depresión, la
alienación, la neurosis, el aburrimiento, la mala salud concomitante,
entre otras, que quizás no se dieran tanto en el hombre de antaño que no
tenía la necesidad de saber qué hora era en cada momento ni requería de
reloj en su muñeca o en su bolsillo.
Quizás seamos dueños, propietarios y amos de nuestro reloj, pero no de nuestro tiempo.
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