dimarts, 16 d’octubre del 2018

Qué hago apollada en la cornisa del caos?









Algo sin sentido

Mantenerse a la altura de las estrellas. Fijar la mirada en el cielo. Me quedo con los ojos envueltos de tristeza. De angustia y melancolía. Me doy cuenta que ya son las cuatro de la mañana. El sonido de las teclas del piano, hermanándose las unas con las otras. Abres los ojos y te das cuenta de que todo sigue igual que hace un minuto. Que nada ha cambiado, que la vida sigue y que nada dura para siempre. Entonces te pones a pensar. 

Cojes la tinta de cada gota de sangre, escribes, y cada palabra es un sufrimiento menos. Escribiría diez páginas más con mi propia sangre. Mi propia pureza. 

Hoy, es un día de verano como cualquier otro. Vas en busca de inspiración. Te encuentras pero no te consigues buscar. Lo miras todo pero no ves nada. Qué será de hoy si ayer fue un mañana. 

Qué hago apollada en la cornisa mirando la luna si ya no escucho el ruido de la ventana caer sobre la lluvia. Me contradigo porque hay veces en las que ya no sé ni lo que escribo.  Me paro a pensar qué clase de artista soy yo. Qué clase de persona soy que no sabe ni lo que hace. Que hay momentos en los que ni yo sé qué hago. Hay momentos en los que no sé ni cómo me siento, ni qué quiero ni qué soy. 

Si algún día lees esto, solo quiero que entiendas que muchas veces... un artista simplemente se desahoga de la mejor forma posible. Porque al fin y al cabo cada mente no es un mundo, es una galaxia. Y solo las estrellas nos pueden guiar por nuestro camino. Pero lo más emocionante es poder crear tu propio espacio y tiempo. Porque no voy a consentir tener un destino escrito en un libro poniendo qué voy hacer quién voy a ser y cómo voy a morir. Yo escribo mi propio destino. 

Y si realmente estoy destinada para el arte es porque yo lo siento. Porque yo lo noto. Es algo que recorre por mis venas.  Nací para esto. 

Ahora me marcho, pero volveré pronto. Y te prometo que haré todo lo posible por verte mejor que hoy. Solo decir que las margaritas son frágiles hasta que una bomba nuclear no consigue destruirlas. Así eres tú... una margarita frágil por fuera con armadura de hierro por dentro. 

Y saber que solo tus lágrimas de acuarela consiguen pintar tu hermoso lienzo en blanco. Porque la vida es demasiado gris para tan poco arcoíris en tus ojos. Sonríele al que te haga sentir realmente mal. 
ISALO