Las personas somos las que
asignamos la palabra a las cosas y también quiénes añadimos el significado, que
puede ser bueno o malo. Las malas palabras son aquellas que resultan groseras o
indecentes. Cuando se trata de una forma
despectiva en la que un individuo se dirige a otro, reciben el nombre de
insultos, cuya finalidad es dañar u ofender. Por ejemplo: la palabra gallina la
podemos asignar al nombre de un animal pero también para describir a una
persona cobarde.
Las palabras pueden recibir
numerosas clasificaciones: de acuerdo al uso que se haga de ellas en una
oración (verbos, sustantivos, adjetivos…), al número de sílabas que presentan o
a su acentuación.
La palabra es muy importante
para que la gente pueda comunicarse y pueda compartir sus ideas y pensamientos
fácilmente. Un simple si o un no puede llevarnos a grandes cosas.
El concepto de palabra se
utiliza en ocasiones para asociarla con la capacidad del habla, la
representación escrita del lenguaje oral o lo dicho por otra persona. Por
ejemplo: “Al ver el nuevo edificio, me quedé sin palabras”.
Con la palabra se pueden
crear libros, canciones, guiones de películas y muchas cosas más que hoy en día
nos entretienen y nos enseñan; hay gente que vive de la palabra como los
predicadores de Estados Unidos.
Finalmente, cada palabra
tiene un significado propio de acuerdo a la región donde es utilizada, por eso
muchas veces ocurre que en diferentes países ciertos términos no hacen
referencia a lo mismo, incluso se refieren a cosas opuestas. Por ejemplo: en
Buenos aires un “curro” es la explotación de una idea o un producto para hacer
dinero fácil, mientras que en España es un sinónimo de “trabajo”Nona
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